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El Especialista .Desde marzo de 2004.

La circunferencia se cerró

La circunferencia se cerró

Hace unos días ya os adelanté que estaba cerrando una circunferencia. Aquí tenéis en exclusiva la narración de ese último punto que la cierra: El día 23 de diciembre de 2004. Podéis leerlo o imprimirlo desde su versión en pdf.

Jueves, 23 de diciembre de 2004

Circunferencia.
(Del lat. circumferentĭa).
1. f. Geom. Curva plana, cerrada, cuyos puntos son equidistantes de otro, el centro, situado en el mismo plano.


Definición de Circunferencia de la RAE.

Por si no lo sabíais las órbitas de los planetas no son circunferencias perfectas. El porqué de esto es un misterio de la gravedad, al menos para mí. Este texto existe porque una de esas órbitas ha hecho una trayectoria completa. En concreto me refiero, como no, a la órbita del tercer planeta que gira en torno a esa estrella que llamamos Sol. No es este un planeta muy grande pese a que cuando miramos hacia su horizonte no veamos su curvatura. Yo creo a veces que el hecho de que este planeta no sea más grande es por lo que Caín mató a su hermano Abel. Total, si el paraíso hubiese sido más grande no hubieran tenido los dos hermanos la necesidad de acabar de forma tan trágica. En fin, como os decía una circunferencia se ha cerrado, otra más desde que Caín mató a Abel. Las circunferencias, aunque las solemos contemplar como algo platónico en verdad son algo puramente coloquial; como también lo es el amor o el recuerdo del sabor de un café que tomamos hace 14 años en una plaza extranjera.

Días antes del 23 de diciembre del año 2003 tuve una idea: Escribir un día de mi vida completo. Lo de completo es un decir porque si una circunferencia está formada por un número infinito de puntos, aunque a día de hoy nadie ha podido probar la existencia del infinito, un día está formado, hablando coloquialmente, por un número infinito de hechos, ideas, y sensaciones. El 23 de diciembre de 2003 comencé a realizar algo extraño: Abocetar circunferencias con palabras. El Ulises, MJ lo dijo está primavera, es un día. Quizá Joyce pensó lo mismo que yo al decidirse por el día como tiempo en el que debía suceder el Ulises: El día es una plantilla argumental que nos viene dada por la naturaleza. No cito a Joyce con ánimo de insuflar importancia a estas líneas pues en verdad he leído declaraciones de este sujeto que no me resultan simpáticas. Sin embargo, lo cierto es que en esa plantilla que es el día encontramos con el mismo esfuerzo con el que respiramos una presentación, un desarrollo, y un desenlace; que como sabréis son los elementos básicos de una narración. Es cierto que el desenlace no tiene porque llegar cuando nos acostamos al final del día. Hay días que en sus primeros 10 minutos se ha desarrollado toda la presentación y el desarrollo; siendo lo demás un desenlace que se prolonga a modo de reseca. Tampoco está escrito en ningún sitio que nosotros sepamos nada de eso. En verdad casi nadie puede estar seguro de en que momento del día está sucediendo cada una de las fases de la narración. Uno puede estar viviendo un increíble desenlace que se ha tramado a miles de kilómetros de distancia mientras está sumido en el mayor de los aburrimientos esperando inocentemente que finalice lo que el cree que es una mera presentación. También los hay que perciben todo el día como una presentación en la que no existe desarrollo y cuyo único desenlace sucede cuando se pulsa el interruptor que apaga la bombilla del dormitorio. Incluso existen personajes que observando una flor de loto logran alcanzar el Zen, algo sobre lo que yo no se mucho pero que creo que debe venir a ser la eliminación por parte de uno de esa ilusión que es la estructura narrativa del día.

Bien, como decía aquí hay una nueva circunferencia. Esta vez esta circunferencia es especial porque además de ser un día es el día que cierra un año. La circunferencia que es este año narrado hay que decir que no está compuesta por un número de puntos infinitos, días, ni tan siquiera tiene 365 de esos puntos. Esta es una circunferencia que es como esos pasatiempos que consisten en crear una figura uniendo puntos mediante líneas, una circunferencia compuesta por unos pocos puntos, unos cuantos días que si los unimos con habilidad forman una circunferencia.

El libro que actualmente tengo entre manos es Historia de Dos Ciudades. Quizá alguno ha escuchado eso de que en el primer párrafo de toda novela está sintetizada la totalidad de la novela. Bueno, a mi esto me parece una exageración que puede contener algo de verdad. En cualquier caso me ha sorprendido mucho el primer párrafo de esta novela de Dickens porque creo que resume esta circunferencia que hoy cierro aquí:

No ha habido tiempos mejores ni peores; eran años de buen sentido y de locuras; época de fe y de incredulidad; temporada de luz y de tinieblas; primavera de esperanza, invierno de desesperación; lo teníamos todo ante nosotros, y no había nada; todos íbamos derechos al Cielo; y marchábamos en sentido contrario. Aquel período era, en una palabra, tan semejante al actual, que algunas de sus personalidades de más renombre pedían que le fuesen aplicados, exclusivamente en lo bueno y en lo malo, los calificativos extremos.

Supongo que este párrafo casa bien con esta circunferencia que cierro porque Dickens como muchos pintores de su época trabajaba con cierto espíritu atemporal. Sin embargo, no deja de sorprenderme que cuando lo leo palabra por palabra la suma de todas ellas me parece una condensación perfecta de todo esta circunferencia que cumple un año. Podría decirse que esas líneas son, sin margen para el error, la circunferencia miniaturizada, hecha portátil. En fin, vamos a por ese último punto de esta circunferencia.

La última circunferencia

Vaya, buenas noticias. Hoy el frío arrasa pero el Sol no es grisáceo. Sería muy vanidoso e ilusorio pensar en serio que este espectáculo es un regalo por la perseverancia de escribir sobre las salidas y puestas del astro. En cualquier caso lo agradezco y es un impulso a disfrutar de este último vals de palabras. Bailo un poco por la casa al son del canto del canario y de otras músicas que yo coloco en la atmósfera. Después de todas las cosas que siempre hago por las mañanas me ducho, que no es algo que haga todas las mañanas (soy bastante desordenado con mis duchas). Una vez duchado estrujo los ceros y unos del ordenador porque estoy cerrando otra circunferencia. En este caso se trata de seis películas portátiles. Comencé a realizarlas a comienzos de 2004 y reflejan la trayectoria del autobús, línea uno, que va desde el Hospital a la Gran Vía. Filmé el trayecto una vez en cada una de las estaciones del año y cada una es el cuento de una estación; como lo de Eric Rohmer. Aunque, como os he dicho son seis películas portátiles y estaciones sólo hay cuatro. Las otras dos son un cuento de verano en Barcelona, el autobús que cogí me trasladó desde cerca de la Plaza de la Universidad a Montjuïc, y el cuento de otoño desestructurado. Este último es la película más portátil de todas y es el trayecto inverso, y a la vez roto, del autobús de siempre en Madrid. Esto quiere decir que esta vez cogí el autobús desde la Gran Vía hasta el Hospital; aunque, como digo, su montaje está mediatizado por lo portátil y lo desestructurado. Lo que me movió a realizar estas películas portátiles es el hecho de que la creación siempre amortigua a las sombras; algo que inunda a la mayoría de las estancias de los hospitales de este mundo. Así lo explicaba Fellini:

Creo que eso es el arte: la posibilidad de transformar el fracaso en victoria, la tristeza en felicidad. El arte es un milagro.

Bueno creo que después de bailar y jugar con los ceros y unos lo mejor es salir a contemplar el Sol en vivo. Aviso a Elisa para tomar con ella un café de pequeña despedida pues se marcha unos días a su casa. Voy bastante contento a su encuentro, la calle está agitada; veo pasar alguna belleza en abrigo y me topo con Elisa. Le acerco la mano y le digo bienvenida a mi día. Ella sonríe y me da un abrazo que demuestra que Fellini, aunque a veces pareciera que estaba chiflado y se desmayase borracho de vino en las corridas de toros de los Sanfermines, sabía bien lo que decía: El arte es un milagro. Le pregunto por su día bien, bien. Caminamos a bancos, que están repletos por mucho que suba el precio del petróleo. Con poco dinero marchamos a comprar el regalo de Elisa para Paco, un libro de Belén Gopegui. Bueno, después de estos trámites vamos en busca del café. Marchamos de buen humor a esa cafetería regentada por un tipo con cara de pocos amigos. El caso es que las tostadas y el café de ahí son lo más parecido que hay en Ciudad Real a las tostadas de las cafeterías Nebraska. Me pone muy contento esa charla con la nena, es de lo mejor de estos días. Cuando ella ya ha de marchar para sus tareas la acompaño hacia la biblioteca y allí me despido de ella con un abrazo muy feliz. Seguiré su consejo, es un gran consejo minimalista.

La biblioteca está a rebosar, todos los periódicos ocupados. Voy de estantería en estantería mirando algo que leer pero no encuentro nada y tras pasar como un cuarto de hora allí sin poder leer ningún periódico nacional me marcho. En casa sigo con los ceros y unos hasta que llega la comida. Mi madre está de buen humor pero mi hermano no tanto. Que leches, siempre así. Nada más empezar con el café de la tarde llama Felipe, ayer quedamos en vernos para ir de bricolaje. Al poco aparece con el coche y nos marchamos al polígono industrial donde vamos a comprar maderas, ruedas, y cosas por el estilo. Tomamos un café rápido en un hotel de lujo y miseria. A las cuatro y media de la tarde aparecemos en la tienda, que está cerrada hasta las cinco. ¿Qué hacer durante media hora en un polígono industrial en navidad? Pues ir a una tienda de electrodomésticos donde venden, entre otras cosas, películas y música. Mientras marchamos a esa tienda le digo a Felipe que el Sol de ese momento es el que hay en julio a las nueve y media de la tarde. También le explico que hace un año que empecé a escribir días. Imagino que esa información a la gente le caerá un poco como una pequeña bomba, lo mismo les da por pensar ¿Qué clase de tipo es este con el que voy? En verdad no da igual que se cumpla un año de cuando empecé a escribir los días. Para nada, un año supone que uno está tomándose el tema en serio, para bien o para mal, y eso puede provocar risa, estupefacción, e incluso miedo. Es lo que yo le he dicho a Paco cuando ha presentado sus maquetas a concursos y no le han premiado: Lo que tienes que hacer es mil maquetas. Mil veces algo, eso es la fe. Suerte y fe, dos buenos salvoconductos.

Esa tienda de electrodomésticos me pone un poco nervioso. Todas esas invitaciones a consumir. Lo peor que tiene esa tienda es que en el fondo del alma uno sabe que si tuviera dinero consumiría en ese antro por mucho que diga no a las televisiones de plasma de medio millón. Felipe se compra un ratón por dos euros y yo estoy a punto de comprar confusamente unos auriculares de seis euros pero los dejó; quizá han retumbado en las profundidades más recónditas de mis neuronas lo de lo teníamos todo ante nosotros, y no había nada. Pues bien, quizá eso es lo que me pone nervioso de esa tienda, desear tomar algo de ese analgésico que ofrecen allí: la nada disfrazada.

Salimos del supermercado de electrodomésticos y ya han abierto la tienda de bricolaje donde mi hermano trabajó quince días (también trabajó en la tienda de electrodomésticos, que raro). Entramos y encargo cuatro tablas para frenar el frío por las que me cobran una fortuna. Felipe pone bastante cuidado en lo que compra, está buscando ruedas para hacerse una mesa, una alargadera para la electricidad, y otras cosas similares. Cuando tenemos todo pagamos y lo cargamos en el coche. De ahí vamos a la tostadora, donde está Michel de guardia. Bajamos al sótano y recogemos las tablas con las que Felipe va a hacer la mesa. Vamos al coche con todo eso y nos despedimos de Michel. El siguiente punto en la ruta que se ha trazado Felipe es ir a otra ferretería porque se le ha olvidado comprar algo en la tienda en la que hemos estado antes. En la primera ferretería no tienen lo que busca y vamos a otra que está cercana, por el camino compramos pasteles que nos merendamos por la calle. En la siguiente ferretería tienen el trasto y volvemos al coche. La luz se va desvaneciendo. La siguiente parada es su casa donde dejamos objetos y cogemos otros para ir a una cochera de su familia a dejarlos. Llegamos a la cochera y miro al cielo. Es bastante bonito lo que se ve. El cielo está completamente despejado de nubes y tintado de un azul marino que indica que no es aún de noche pese a que la Luna brilla casi como un sol poco luminoso, como el aquel sol que me encontré al aterrizar en Londres. Ver ese cielo me lleva a recuerdos que están muy bien. Felipe me enseña la de artilugios que hay en esa cochera que hace de trastero. La verdad es que hay cosas muy curiosas, objetos de cuando uno era crío; como las botellas antiguas de la casera.

Felipe cae en que se le ha olvidado traer algo más de la casa así que volvemos allí y recogemos unas cajas. En ese momento me dice que pasa por allí Ana aunque yo ni la veo. Marchamos con velocidad a la cochera y dejamos las cajas. La siguiente parada es mi casa. Yo corto jamón, uno de los motivos de discusión con mi hermano al mediodía, y le digo a Felipe que Carvalho en Asesinato en el Comité Central dice que come para olvidar. También le explico que cuando yo bebía a lo loco de alguna manera el que andaba conmigo bebía más de lo normal y que ahora pasa un poco lo mismo con la comida. Merendamos jamón y queso y le ofrezco un vino que no puede beber porque mi hermano ha hecho algo raro al mediodía con el tapón y no se puede sacar sin romperse. Le enseño los cuentos de las estaciones y al rato se marcha; quedamos en vernos por la noche porque la tropa de Madrid andará de camino para acá y en teoría saldremos por ahí.

Cuando me quedo solo en casa, no hay nadie (eso es buen síntoma), me noto cansado aunque contento. Llamo a la tropa de Madrid, les digo que estoy esperando a que lleguen un poco como Napoleón en Waterloo esperó a Grouchy. Me dicen que no vienen, y al rato que sí. Llamo a Paco, a ver que se cuenta. Su madre me explica que aún no ha llegado pero justo cuando cuelgo suena el teléfono y es Paco, que me está llamando desde una cabina cercana. Me pregunta que si tengo café, le digo que claro y queda en pasarse. Me alegran estas visitas de Paco. Cuando llega está bastante machacado con el resfriado, vaya tos que tiene. Le pongo el café y los cuentos en la tele, creo que el espectáculo le gusta. Luego le enseño fotos en el ordenador, es un pequeño ritual que suele gustarnos. Cuando pasa un rato decide marchar a casa, no está hoy para salidas nocturnas. Pasa el tiempo y empiezan otras llamadas. De la tropa finalmente no sale nadie, están cansados. Bueno, yo la verdad es que ando bien aquí. El día, la circunferencia que cierra una circunferencia ya se está terminando. Todavía juego un poco más con los ceros y los unos y apuro Historia de Dos Ciudades en la cama.

Epílogo del 23 de diciembre
Más allá de la circunferencia.


Aún existe por los pelos 2004 pero ya terminé con la Historia de Dos Ciudades. Un día de no hace mucho le dije a Nacho que al margen de lo bueno o de lo malo de los tiempos, al margen de lo bueno o de lo malo que a uno le esté pasando, hay que hacer ciertas cosas que ayuden al momento vital. ¿Qué cosas? Eso es asunto de cada uno pero a mi, particularmente, se me ocurrió que al margen de lo que me ocurra podría leerme todo lo que pueda de Dickens. Hacer esto no obedece a ningún desafío, más bien obedece a saber que uno apuesta a un caballo ganador al hacerlo. Leer todo lo que se pueda de Dickens no se hasta que punto es bueno pero se que en absoluto es malo. Cuando compré los dos libros de Dickens que a día de hoy tengo los adquirí como parte de una colección de libros que se entregaba con el periódico. Cuando la colección estaba a punto de terminar yo estaba un poco harto de comprar esos libros pero lo cierto es que ahora que ha pasado el tiempo se que hice bastante bien. Creo que lo mismo pasará si me adentro en ese camino que es leer a Dickens. Pase lo que pase, sean como sean las incertidumbres que vengan, tendré siempre esa certidumbre a modo de as en la manga. No rechazo la incertidumbre pero sí ciertos grados de incertidumbre. En el fondo ¿Quién no lo hace? He empezado a leer Las Aventuras de Oliver Twist con cuyo primer párrafo os dejo, nos vemos.

Que trata del lugar donde nació Olver Twist y de las circunstancias que concurrieron en su nacimiento

Entre los varios edificios públicos de cierta ciudad, que por muchas razones será prudente que me abstenga de citar, y a la que no he de asignar ningún nombre ficticio, existe uno muy común, de antiguo, a la mayoría de las ciudades, grandes o pequeñas; a saber: el Hospicio. En él nació –un día y u año que no he de molestarme en repetir, pues que no ha de tener importancia para el lector, al menos en este punto del relato- el ser mortal cuyo nombre va antepuesto al título de este capítulo.

2 comentarios

Ramón -

Muchas gracias Emilio.

La verdad es que tu no apareces en esos días pero deberías; sólo por tu fidelidad como lector ya te lo merecerías tio.

Felicidades, da recuerdos.

emilio -

me encanta
creo que sigues siendo tu
felicidades!