La época de agobio
Incluso la época de agobio es digna de respeto pues no es obra del hombre, sino de la naturaleza creadora, que puede ser dura pero jamás absurda. Si es dura la época en que vivimos tanto más debemos amarla, empaparla de nuestro amor hasta que logremos desplazar las pesadas masas de materia que ocultan la luz que brilla al otro lado.
Esto lo escribió Walter Rathenau, ministro de exteriores de la República de Weimar. Rathenau, como otros socialistas alemanes, intentó consolidar el nuevo estado alemán nacido después de la primera guerra mundial. A la República de Weimar le debemos que nuestra Constitución comience diciendo: España se constituye en un estado social y democrático de derecho.
El adjetivo social apareció por vez primera en la Constitución de Weimar y proclama que el estado busca además de la democracia, elemento de las constituciones liberal-burguesas escritas hasta entonces, la justicia social. Rathenau luchó por consolidar este moderno sistema frente a la deuda externa contraída ante los vencedores de la primera guerra mundial y los extremistas de derecha. Como un presagio de lo que vendría después Walter Rathenau fue asesinado por una organización ultraderechista en 1922 y la República alemana cayó en manos de Hitler (que ganó las elecciones frente a una izquierda dividida por no presentarse a estas como un Frente Popular).
Años más tarde su amigo, el también judio Einstein, se vio forzado, ante el auge del nacionalsocialismo y las investigaciones alemanas sobre la destrucción del átomo, a impulsar una investigación paralela en los Estados Unidos. Einstein, el hombre que revolucionó el conocimiento científico de la luz, murió viendo, al igual que Rathenau años antes, como las pesadas masas de materia ocultaban la luz en el mundo de la posguerra.
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