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La agenda oculta de Iraq

La agenda oculta de Iraq

Durante el primer año de la ocupación de Iraq por Estados Unidos las riendas del país estuvieron en manos de Paul Bremer, el embajador de Estados Unidos; un cargo insólito teniendo en cuenta que presidía el país donde se encontraba su embajada. Si alguien no cae en quien es Bremer seguro que se le refrescará la memoria si recuerda las imágenes de televisión de un tipo comenzando el comunicado sobre la detención de Saddam Hussein con estas palabras: “Lo tenemos”. Bremer acaba de publicar un libro, “My year in Iraq”, sobre aquel año. En él denuncia la actitud de las tropas españolas durante la “rebelión” de las fuerzas leales al clérigo chií Muqtada al Sadr en Nayaf.

La ciudad de Nayaf, que estaba bajo mando español, pasó varios meses en relativa calma en el agitado mapa de Iraq. Sin embargo la violencia se precipitó cuando tropas estadounidenses detuvieron en esa ciudad al número dos del grupo de Muqtada al Sadr, debido a la acusación que pesaba sobre este de que sus milicias habían matado a un soldado estadounidense. Es entonces cuando una multitud se lanza contra el cuartel de las tropas españolas, a las que la población acusaba de la detención.

Los españoles para intentar frenar la violencia difundieron un comunicado, calificado por Bremer como “idiota” en su libro, explicando que el destacamento español no era responsable del arrestó. A partir de ahí los hechos se precipitan: Intervienen las tropas americanas que intentan detener a Sadr, el cual se encuentra en Nayaf, y solicitan la ayuda de las tropas españolas para esta misión. El comandante español en Nayaf se niega alegando que las tropas están en el país en mision humanitaria y el arresto de al Sadr no forma parte de sus funciones, un hecho que Bremer califica en My year in Iraq de “indignante”.

La foto

En verdad entiendo el enfado de Paul Bremer ante la actitud de las tropas españolas cuando estas intentaban mantener alguna apariencia de legalidad en un asunto tan oscuro como la ocupación de Iraq. Sencillamente, alguien del Gobierno estadounidense debería haber explicado al Gobierno español, y este a su vez al ejército, que eso de la intervención legal era sólo un caramelo dirigido a la opinion pública internacional y que aquello era una invasión pura y dura.

Bremer, un funcionario sin legitimidad en una operación sin legitimidad, entiende su papel. Asumiendo su rol no entiende que las tropas españolas trabajen creyendo la mentira que justifica que estén en Iraq. La imagen que acampaña a este mensaje es ilustrativa de ese hecho: Cuando veía a Bremer pasear por Iraq en los telediarios siempre me llamó la atención como combinaba las botas de campaña con la corbata. La realidad de ese atuendo eran las botas, no el traje, pero algunos no quisieron darse cuenta y por ahí siguen.

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